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Taller Art and Life
Con niños de la tribu White Karen del norte de Tailandia

En las remotas tierras altas del norte de Tailandia viven más de medio millón de personas que eligieron establecer sus comunidades tribales en relativo aislamiento de las tierras bajas durante siglos. Ellos han mantenido su independencia y su característico modo de vida y han conseguido conservar sus propias costumbres de acuerdo con su cultura y tradiciones.

Muchas de estas tribus son de origen seminómada que emigraron a Tailandia desde Tibet, Myanmar, China y Laos.

En el pueblo de Mae Hong Son, al noroeste del país, Art and Life contacto con Chankan Ching Ta, una guía local que realiza tours y excursiones de senderismo por las montañas y jungla tailandesa en busca de cataratas, aguas termales, cuevas y aldeas de tribus de montaña.

Al comentar a Chankan nuestra intención de realizar un taller artístico en la escuela de una de las tribus, quedo entusiasmada de inmediato con la idea y en seguida trazo un plan. Organizamos un senderismo de tres días y dos noches para conocer la zona y visitar algunas de las tribus.

Durante los tres días de camino atravesando jungla y montaña visitamos la aldea Paemu de la tribu Lisu, la aldea Lukmafai de la tribu Lahu y la aldea Manora de la tribu White Karen. Nuestro destino final era Lukpako, una pequeña aldea de unas treinta familias pertenecientes a la tribu White Karen, con una población de 179 habitantes.

Viven de la caza y del cultivo de arroz y vegetales. Cada familia tiene algunas gallinas, un par de cerdos y un pequeño huerto con calabazas y verduras para consumo familiar.

A veinte metros de la casa que nos acogió, justo en la entrada de la aldea, esta la escuela que cuenta con un comedor y un aula construidos en bambú al modo tradicional, una caseta para el bañó, la casa del profesor y una pequeña edificación de ladrillo que alberga dos aulas, la principal abierta enteramente a la zona de recreo. La escuela acoge a 47 niños de las aldeas de Lukpako, Hung Koaw y Maeu Hong.

El mismo día que llegamos fuimos a conocer al jefe de la tribu, pero como otros hombres de la aldea, estaba trabajando en el campo. La escuela estaba cerrada y el profesorado debía de asistir a una especie de convención regional, pero tuvimos la suerte de conocer a dos de los tres profesores que enseñaban en la escuela, y quedaron maravilladas con la propuesta del taller Art and Life.

Las clases no se reanudarían hasta tres días después, con la llegada de los profesores, pero nos cedieron la escuela para comenzar con el taller. Watsena, la hija mayor de la familia que nos hospedo, se ocuparía de avisar a los niños de Lukpako y de Hnong Koaw, a tan solo 20 minutos a pie.

Las clases empiezan a las 8:30 am pero a las 8:00 de la mañana ya estaban llegando los niños de la aldea vecina. Al entrar en la escuela, atravesando una doble escalera que trepa por la valla de madera que circunda todo el recinto para evitar que entren las vacas, nos sobrecogió la emoción. Más de 20 niños nos esperaban algo asustado y tímido en el aula abierta, al otro lado de la zona de recreo.

Para romper el hielo y a falta de un traductor, los reunimos al exterior, bajo el sol de la fría mañana. Entre bromas y risas hicimos algo de gimnasia y jugamos en corro cantando los números y abecedario en ingles. Después de este primer contacto ya estábamos preparados para empezar el taller.

Un grupo de 15 niños hubiese sido ideal en aquellas condiciones, pero teníamos más del doble y de todas las edades.

Los más pequeños se sentaron aparte en la mesa del profesor y dibujaron a su antojo. Con los mayores redistribuimos las mesas del aula para que se sentaran uno frente a otro para el “Laboratorio del Retrato”. Este es siempre un buen comienzo pues es un ejercicio divertido retratar al compañero y ver como uno es retratado.

La mayor dificultad que encontramos, aparte del idioma, fue la tremenda timidez que mostraban la mayoría de los niños. Trabajaban tapando el dibujo y algunos los escondían bajo el pupitre cuando nos acercábamos a ellos. Nos miraban con un gesto entre miedo y vergüenza, y muchos se apartaban se pensaban que íbamos a tocarlos, pero al final siempre brotaban las sonrisas.

Con papeles ecológicos, hechos a mano y comprados en Chiang Mai (provincia al sur de Mae Hong Son) compusieron “La casa donde vivo”. En collage, a golpe de tijeras y pegamento, pudieron jugar con colores y texturas que les permitían experimentar diferentes composiciones y jugar con los detalles básicos necesarios para expresar lo que necesitaban.

Para usar las ceras y los rotuladores trabajaron en el dibujo de “la escuela”, tratando de no olvidar los detalles importantes del recinto como la bandera, que es izada por ellos cada mañana, el comedor o el pequeño templo a Budha colocado frente al recreo.

Nos centramos en no limitarnos a la línea de color y utilizaron el material como pinceles para colorear las áreas.

En una línea más abstracta intentaron distribuir en un solo formato diferentes acciones de su entorno cotidiano. Hubo que pensar y elegir las diferentes acciones de las que son protagonistas a diario y luego componerlas en el mismo papel.

“Yo hago” resulto un laboratorio difícil e imperativo pero el resultado es espectacular a nivel de conceptos.

El ultimo laboratorio se planteo en la zona de recreo, y a modo de juego “reorganizaron” las piedras que se esparcían por todo el patio. Con el sencillo gesto de cambiar cada piedra de lugar dibujaron dos líneas paralelas que formaban un camino que se alargaba hasta el aula principal entre gritos y risas fue apareciendo un sendero de piedrecillas sobre una zona donde antes solo había tierra y polvo.

Ante los ojos bien abiertos de los más pequeños todo el material fue entregado al profesorado que estuvo ayudando y colaborando siempre atentamente en el taller.

Chené Gómez
Artista plástico y
Profesor de talleres Art and Life

Fotografías Ramón Malvar.

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